Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 15 de junio de 2007

Aquella canción de Tor Aulin

"Y el caballero cabalgó hasta Tierra Santa para rogar por su amada; Oh Cristo, lleva en tu mano el alma de la muchacha y llévala al cielo...Volveré cuando florezca la picea. Durante tres veranos permanece donde el ruiseñor canta cada noche. Y acude a misa de noche y día en la capilla del Santo Sepulcro. Volveré cuando florezca la picea. Con brotes de palma por las orillas del Jordán, él entona una plegaria a su Dios: que volverá a su tierra y abrazará a su amada. Volveré cuando florezca la picea"

August Strindberg. Den Frendlose. 1898.

Ella es la canción de Aulin -sobre en un poema de Strindberg- que puedo escuchar sin agotarme en las sucesivas repeticiones. La canción que Anne Sofie Von Otter canta encantadoramente. Como en un cuadro de Rossetti o de Millais, piano y voz languidecen. Como lánguida es la visión de Tierra Santa soñada desde Suecia. Estética del paraíso perdido. Bella decadencia susurrante que intuye lo inevitable. Anne Sofie Von Otter frasea situada en el nervio de cada verso. Nervio desfalleciente, aun cuando lucha por persistir en la melodía. A la "amada" la concibo como la Lizzy Siddal de Rossetti en la vaporosa atmósfera de Millais. Ajena a la mujer esperada en Tierra Santa. Imaginación decadente la mía que se eleva más allá de estas islas. "Och ridderen for uti osterland....Y el caballero cabalgó hasta Tierra Santa".


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