Oración final de un niño ante la rapiña, a los ojos de un fotógrafo que lo dejó morir por un premio. Ruanda, 1994 |
Lo absolutamente sagrado no esta en el rito. No esta en la trascendencia más allá del orbe. No es la otredad infinita fuera de nuestro mundo. Lo sagrado esta en la palabra que exige la presencia del OTRO. Por ello no hay más sagrado que una oración salida desde el desconsuelo, salida desde la profundidades del sufrimiento humano; desde el abismo mismo del dolor en todas sus manifestaciones. Poderoso dolor que nos estremece con sólo concebirlo desde la noche oscura del cuerpo y del alma.
Hoy tuve el honor de ver un muy bien logrado documental musicalizado sobre la Tercera Sinfonía de Górecki, conocida también como la "sinfonía de las lamentaciones", realizado por Tony Palmer, que incluye -entre los movimientos -comentarios del mismo Górecki. El gran compositor polaco, sobreviviente al terror de la segunda guerra mundial, siguió considerando que este esta época actual, no ha eliminado para nada las condiciones de horror de la infausta guerra. En general, este creyente cristiano, Górecki, tenía una percepción bastante pesimista de la condición humana.
Cuando leía los textos cantados de la sinfonía, pude comprender aquello que líneas arriba mencionaba. La sacralidad no proviene de los cielos, sino de la tierra. No está en el dios de papel de los "panteones de lo divino", sino en la palabra humana, en la sencilla y transparente palabra humana que, en su desesperación absoluta, clama al absoluto sea cual fuere su contenido y forma.
Si pienso en una oración de sincera convicción, proveniente desde el corazón más sufrido, se me viene a la mente los hermosos y diáfanos textos de esta gran obra de Górecki. Sinfonía mayor que algún crítico francés dijera, tras su interpretación parisina, "obra aburrida". Me imagino que no la entendió. Para él, para este crítico ahora anónimo, la hondura de la palabra es de por si aburrida y grandilocuente.
Ahora pienso en Górecki y le agradezco la osadía de haber sido él mismo, más allá de las modas; más allá de las cosas que muchos artistas han buscado desde hace un siglo. Gracias a Górecki mi fe empieza tornarse más austera y por eso, quizás, más completa para mi.
Primer movimiento: Lento - Sostenuto
tranquillo ma cantabile (fragmento final)
Mi querido hijo,
mi predilecto,
comparte las
heridas con tu madre.
Ya que he sido yo,
querido hijo,
quien te ha
llevado en el corazón,
y quien tan
fielmente te ha servido.
Háblale a tu
madre para hacerla feliz,
pues ya me
abandonas, dulce esperanza mía.
Segundo movimiento: Lento e largo –
Tranquillissimo
Mamá, no llores,
no.
Inmaculada Reina
de los Cielos,
apóyame siempre.
Ave María, llena
eres de gracia
Tercer movimiento: Lento - Cantabile semplice
Oh, cantad para
él,
pajarillos
cantores de Dios,
porque su madre
no puede hallarlo.
Y vosotros,
florecillas de Dios,
floreced a su
alrededor,
para que al menos
mi hijo
pueda disfrutar
soñando.
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