Galaxia espiral M 75, |
Dante y Beatriz en la Visón del Empíreo, Dore |
Mis cosas, mis cosas pequeñas y las demás pequeñas cosas que hay en el mundo. El asombro por todo cuanto hay y la materia en sus indefinidos estados, tamaños y formas. Ahora estoy o me imagino estar en "el cinturón de Kuiper" mirando a lo lejos el sistema solar. O mejor aun, contemplando cómo la enormidad ilimitada se alza ante mi. "Oh eternidad, palabra terrible" ( J. S. Bach). ¿Qué hace que todo gire de ese modo impensado? Porque hay un movimiento integral e inacabado de todo esto. Me emociona pensarlo y me asusta concebirlo desde la pequeñez de mi efímera condición humana.
Todos estos días son duros. Son los días más duros porque tengo que hacer tantas cosas al mismo tiempo. Y tengo que vivir todas las vidas que poseo en un sólo momento. Pero ahí estás, cosmos, recordándome que el carbono tomo conciencia de si. Que de las redes de interacción neuronal fluyo el pensar y de ese pensar, la emoción de esta noche estrellada que no tiene límite desde mi isla en el "cinturón de Kuiper". Ahora recuerdo que Dante tenía razón cuando al final del canto XXXIII del Paraíso decía con bella precisión: l’amor che
move il sole e l’altre stelle (el amor que mueve el Sol y las demás estrellas). Es cierto, sólo el amor es capaz de ese movimiento integral. Sigamos en nuestra cúpula estelar.
Magnificat, Sinfonía Dante de Franz Liszt
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