Continuo la lectura y reelectura de las Elaboraciones Musicales de Edward Said. En primer capítulo, el escritor de origen palestino, advierte sobre el proceso que ha seguido la interpretación en el último siglo hablando en términos de "extrema especialización". A ese respecto Said escribe:
De hecho, deberíamos empezar señalando que la extrema especialización de toda actividad estética en el occidente contemporáneo se ha apoderado e introducido en la interpretación musical de forma tan efectiva que ha alejado por completo al compositor del intérprete. Hoy en día no hay grandes interpretes que sean compositores influyentes de primera línea; incluso Pierre Boulez y Leonard Bernstein, por mencionar a los dos posibles excepciones más obvias, pertenecen de forma separada, aunque simultánea y por igual, a los mundos de la composición y de la interpretación, pero no son conocidos principalmente como intérpretes de su propia obra, Beethoven, Mozart, Chopin y Liszt si lo fueron.
Pero lejos de ser una crítica a esta "especialización extrema", Said trata de ubicar la causas de tal característica de la música occidental académica en los últimos 150 años y observar el tipo de experiencia estética y artística que se observa en ella. En ese sentido, nuestro autor considera que el origen de la separación entre compositor e intérprete empezó a darse bajo tres procesos: 1) la especialización virtuosa que se le exige al intérprete a partir de la cultura romántica, 2) la práctica extensiva del arte de transcripción de obras corales, sinfónicas, dramáticas y orquestales al piano y 3) el proceso - señalado por Adorno- de especialización del oyente, esto sobre todo a partir del siglo XX. Refiriéndose a la transcripción que, sin duda, representa un esfuerzo creativo, Said considera que erosiona el arte de la composición al minimizar la riqueza de la obras originales, favoreciendo la práctica doméstica . Por ello Said encuentra que una forma de otorgarle importancia al oficio del intérprete, es el modo de encarar el arte de la interpretación a partir de una lectura contemporánea de la obra. De ahí se explica que a pesar de las lógicas comerciales, es importante lo que muchos intérpretes, a pesar de la "extrema especialización" han dado a la música en las últimas décadas.
Nuevamente Glenn Gould aparece, al igual que Toscanini, como ejemplos de generar un arte de la interpretación sobre bases nuevas, bases que se evidencian en la música académica contemporánea (aunque eso nuevo no fuese definitivo).
El discurso crítico de la interpretación musical actual sólo permite informar de la vida concertística mediante una partitura. Pero cuando la observamos desde las rígidas (e impuestas con igual rigidez) costumbres de la vida concertística y el periodismo hacia las incursiones más extravagantes del arte de la interpretación o de la música Rock, solo entonces podemos apreciar el ingenio y la imaginación que poseían intérpretes como Toscanini o Gould, que en primer lugar aceptaron y luego elaboraron la lógica de lo que la música clásica contemporánea les ofrecía, y lo hicieron con un poco de autorreflexión y espítitu.
Soberbia interpretación extrema llevada al piano del gran Glenn Gould del Contrapunto 1 del Arte de la Fuga BWV 1080 de J. S. Bach.
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