Después de un par de vueltas alrededor de Mozart, todo retorna a su lugar. De ahí, la línea sucesiva en el tiempo y en la forma, hasta llegar a Brahms. Porque regresar a Brahms es, para mi, volver a casa. Al origen de esta melomanía: al repertorio instrumental y, sobre todo, la música de cámara. Junto a la de Mozart y a la de Beethoven son mis favoritas y, pienso, que son las más grandes. ¡Qué feliz he sido y soy cuando tengo la experiencia de oír algo de la producción camerística del gran compositor hamburgués!
Y volver a Brahms es retomar el más célebre de sus quintetos, el Quinteto para piano y cuerdas en fa menor Op 34, una verdadera obra maestra del género. Rico en temas, en variaciones temerarias; fresco y hondo al mismo tiempo, nunca hay que dejar de oírlo. Allegro non troppo, impresionante. Fuerza y densidad en la que la arquitectura, el lirismo y la sabiduría polifónica se funden en una magistral muestra de conocimiento musical extremo. Este movimiento esta edificado sobre tres temas que se absorben y reabsorben en temáticas secundarias y terciarias, donde las transiciones llegan a erigirse en temas casi autónomos del músculo originario. Se siente Beethoven y, a través de él, a la Escuela Vienesa. Y, por lo tanto, los elementos trágicos, serenos y melancólicos de la gran tradición clásica. No hay escapatoria ante tal monumento de verdadera gran música. Y ese Scherzo, espléndido, de sincopas unidas provenientes de esquemas tripartitos, generan una atmósfera de solemnidad callejera. ¡Cómo los bares de Hamburgo cantan en Brahms! Y el Andante un poco adagio, con un tema calmado y reflexivo, como preparándonos a la farra del Scherzo. Y al término: Finale: Poco sostenuto - Allegro non troppo - Presto, non troppo. Aquí estamos ante una sinfonía de cámara, todas las posibilidades son expuestas sin complejos. Como nunca el juicio de Schumann sobre Brahms adquiere una dimensión profética: "Señores, estamos ante un elegido". Y si lo dijo alguien de la envergadura de Schumann, es para tomarlo siempre en cuenta.
Estructura de la perfección
1. Allegro non troppo
2. Andante, un poco adagio
3. Scherzo: Allegro
4. Finale: Poco sostenuto - Allegro non troppo - Presto, non troppo
Arthur Ribinstein al piano. Un clásico.
Se recomienda el Scherzo por: Violin I: Pinkhas Zukerman, Violin II: Ida Kavafian, Violonchelo: Gary Hoffman, Viola: Paul Neubauer, Piano: David Golub. ¡IMPRESIONANTE!
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