En parte, el canto de las sirenas y los símbolos que de ahí se desprenden. También, algo de Orfeo y el alegórico y esotérico origen de su naturaleza: hijo de Calíope y de Apolo. La música puede ser "el lenguaje de las cosas", como decía Eichendorff o como bellamente escribía Eliot: "la música es lo que se mueve sólo en el tiempo". Por algo la música estaba en el Quadrivium, junto a la astronomía. Por algo escribía San Agustín que cantar al Señor " era orar dos veces". Vermeer logró encerrar el movimiento alrededor de la quietud, como se vislumbra en "La lección de música". Ahí la música está y no está. Nada más musical que eso. Música también pueden ser las indefinidas formas de encuentro humano y divino, todas sintetizadas en ese poema infinito relatado en el Evangelio de Lucas 24: 13-35: De camino a Emaus.
Y en esta distancia, en mi anhelada distancia cada vez más absoluta, la música es el segundo movimiento de la Sinfonía No 4 Op 98 de Johannes Brahms: Andante moderato, la gran sinfonía del mayor músico de la segunda mitad del siglo XIX. Versión de Klaiber, en dos partes.
3 comentarios:
Grande Brahms!!!!!. No lo conocía esa sinfonía. Gracias¡¡¡¡
Maestro, qué tal texto. Usted esta ya esta en otro nivel.
Igual que Kleiber, uno no puede dejar de temblar al terminar de escuchar esto...
Publicar un comentario