Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

viernes, 26 de marzo de 2021

La vida a través de Mahler

La vida a través de Mahler 

Articulo aparecido en: https://rpp.pe/columnistas/ricardoleninalfredofallacarrillo/la-vida-a-traves-de-mahler-noticia-1327338

Por razones públicas y sanitarias que hoy observamos por doquier, algunos caen en abismos insospechados. Otros, desarrollan maneras de resistencia interior para sobrellevar este tiempo de durezas extremas. Este artículo está escrito en clave personal, como una forma resistencia ante todo lo vivido.
Conocí la obra de Gustav Mahler (1860-1911), cuando aún era un joven estudiante universitario. Mientras estudiaba desde algún texto, escuché en la radio la primera sinfonía, “Titán”, del gran compositor austriaco. Al día siguiente, fui a la biblioteca y busqué toda la información posible sobre Mahler, anotando, detalladamente, cada una de sus obras con el deseo de poder hallarlas luego. Poco tiempo después, en un cine club limeño, vi “Muerte en Venecia”, de Luchino Visconti, hermosa película basada en la obra homónima de Thomas Mann. A lo largo de todo el film, se podía escuchar, de manera omnipresente, el célebre “adagietto” de la quinta sinfonía de Mahler. Pocas veces la unión entre argumento, imagen y sonido alcanzó un nivel de perfección tan logrado.

Al tiempo, empecé a adquirir todas las grabaciones que pude de Mahler. Disciplinadamente, me propuse ingresar a la totalidad del universo musical mahleriano, convencido de que en su discurso sonoro había algo bastante más que hermosa música y que, más bien, se trataba de una visión completa del mundo y de la condición humana. Con los años, esta intuición de comprobó cuando conocí su segunda sinfonía, “Resurrección”, y la impresionante tercera sinfonía, que incluía una hermosa musicalización del “Canto de la medianoche” de Nietzsche. Por mucho tiempo, asumí ambas obras como la concreción de mis propias expectativas vitales y espirituales. Cómo no asumir una visión afirmativa de la existencia, cuando un mar de voces, en el movimiento final de la “Resurrección”, exclama: “Resucitarás, si, resucitarás corazón, vivirás para no morir”. O, en la tercera sinfonía, con una profundidad sobrecogedora, la contralto nos dice a partir del texto nietzscheano: “el mundo es profundo, más profundo de lo que el día pensó”.

El interés por la obra de Mahler me llevó estudiar, con detalle, el “Canto de la Tierra”, la octava sinfonía (“la sinfonía de los mil”) y la suma perfección de su obra, la novena sinfonía, que, a diferencia de la de Beethoven, se extingue, lentamente, en la nada. Esta pasión consciente, me llevó a adquirir, poco a poco, la obra integral de Mahler, con diferentes versiones. También, a tener una bibliografía selecta sobre el compositor austriaco, que me ha permitido adentrarme en el universo mahleriano. Todo esto, me condujo a escribir un ensayo sobre Mahler, uno de los que más quiero y que fue publicado hace un tiempo en otro país.


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