La palabra y el ritmo: el
Maestro Neil Peart
Artículo que salió en mi columna de RPP el lunes 20 de enero. Enlace al final.
Por Ricardo L. Falla
Carrillo
No es común entre nosotros que en el ámbito académico se reflexione
sobre manifestaciones de la cultura popular como el rock y sus variantes. Pero
asumiendo el legado artístico de Neil Peart, baterista y letrista de la banda
canadiense “Rush”, creemos que es importante alguna glosa local sobre este importante
músico.
El viernes 10 de enero del
presente año, se anunció la muerte de Neil Peart (Toronto, 1952), compositor,
arreglista, percusionista y letrista de la banda de rock progresivo canadiense Rush, agrupación musical que fue fundada
en 1968 por los músicos Geddy Lee (bajo, sintetizadores y voz principal y Alex
Lifeson (guitarra y voz). Y a la cual se integró Neil Peart en 1974,
sustituyendo al primer baterista. A pesar de ser una “banda de culto” (el prog rock no suele ser muy masivo), Rush ha
logrado vender cerca de 50 millones de álbumes en su larguísima carrera y ha
tenido un impacto en la formación de músicos en todo el mundo, sobre todo por
la enorme calidad musical de sus tres intérpretes.
Pero el valor de Rush no puede
ser medido sólo por el número de ventas de sus discos o por sus muy exitosas
giras. Más bien, su valor está en la capacidad de sus músicos, sobre todo, por
la portentosa capacidad instrumental del que fue su baterista: Neil Peart. Para
muchos de los entendidos, Peart fue el mejor baterista del mundo porque asumió
la creación musical como una incesante búsqueda de perfeccionamiento, una
búsqueda que jamás concluyó.
Tras terminar la última gira de Rush en 2015, Peart explicó cómo
elaboraba sus célebres solos de batería: “Día tras día, semana tras semana, después
que ensayábamos esa parte del espectáculo y entregaba mi boceto del solo de
batería, estaba un poco preocupado por el sonoro silencio. ¿Qué significaba? Me
preocupaba que mis ambiciones fueran demasiado altas: mi alcance excedía mi
alcance. (A menudo, honestamente, casi siempre, pero tal vez esta vez
demasiado). No iba a preguntarle a nadie lo que pensaban, ¡temiendo demasiado
la respuesta! En cualquier caso, procedía completamente por fe en una idea, y
esa dedicación solitaria no fue fácil”. Esta cita demuestra que Peart
estaba exigiéndose constantemente, buscando el ideal del solo de batería, aquel
que fuera capaz de expresar, como él mismo afirmaba, “toda la vida”. Es decir, una obra de percusión que pueda llegar
ser el arquetipo y la síntesis del solo de batería.
¿Por qué Neil Peart tenía esas
pretensiones tan elaboradas en términos estéticos? Porque fue un hombre que
cultivó la mente en la lectura dedicada y paciente. Peart leía muchísimo y de
manera muy reflexiva. De ahí que las letras de Rush suelen ser profundas sin dejar de tener la contundencia de la
canción popular. Por ello, los tópicos de las letras de Rush poseen un amplio
espectro. Desde la épica libertaria de “2112”
(influenciada de Ayn Rand), la ensoñación mítico-romántica de “Xanadu” (Coleridge) o de “Rivendel” (Tolkien), una relectura de Nietzsche en el clásico “Tom Sawyer”. La exploración epicúrea en “Time Stand Still” y la existencial en “Bravado”. Pero también, el análisis psicosociológico en “Subdivisions” y “Middletown Dreams”. La
reflexión ética de “Big money”, “Manhattan project” y “Distant early warning”.
La contemplación estética de "Losing
It" y "Time and
Motion". Y el amplio lirismo espiritual de “Presto” y “The garden”. Todo
esto es sólo una pequeña muestra de los intereses temáticos de Peart, que se
pueden rastrear en 19 de los 20 álbumes de Rush.
El martes 7 de enero, el músico
canadiense murió tras no poder superar un agresivo cáncer al cerebro. Veinte
años atrás, había logrado salir del hoyo más profundo, cuando su primera hija y
su primera esposa murieron en un lapso de tres meses en 1997. En aquel momento,
Peart abandonó Rush por dos años y se
dedicó a viajar por el mundo en motocicleta, tratando de encontrar un sentido después
de tamaña tragedia. Así el 2000, Peart retornó a Rush, a la vida (se volvió a cazar, tuvo otra hija) y la maquinaria
progresiva volvió a moverse hasta el 2015, cuando se despidieron por todo lo
alto.
En el último álbum de Rush se encuentran estos versos que sirven de epílogo para este
homenaje: “The measure of a life is a
measure of love and respect, /so hard to earn so easily burned/ In the fullness
of time, /A garden to nurture and protect”.
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