Oliver Messiaen (1908-1992) |
Oliver Messiaen (1908-1992) fue uno de los héroes musicales en mi juventud. Durante años oí con unción el Cuarteto para el fin de los tiempos, acaso una de la obras más conmovedoras del sigo XX y, sin duda, su composición más célebre. Han pasado 20 años de su muerte y su legado todavía está por ser descubierto en su magnitud. Messiaen no sólo fue un gran compositor. Fue un hombre notable. Porque a pesar de los eventos cataclísmicos que vivió, pudo elevarse sobre ellos construyendo una poética musical desde la fe cristiana. Messiaen fue abiertamente cristiano. En un siglo en que el arte optó comprensiblemente por la desacralización de sus contenidos.
La obra de Messiaen es un ejemplo cómo se puede resignificar la experiencia de la fe más allá del ateísmo militante del arte del siglo XX y más allá de los temores antimodernistas de las posturas conservadoras de la vida. Messiaen demuestra que se puede seguir teniendo una perspectiva de la realidad fundada en el ansia por la trascendencia sin dejar de pertenecer a la ciudad secular.
Transcribo partes de una entrevista que se le hiciera a Messiaen en 1989 y que fue difundida por la Radio 2 de la RNE, dentro del programa "Mundo de la Fonografìa". En la misma, Messiaen habla de cómo se dieron las circunstancias de la composición del "Cuarteto para el fin de los tiempos" y sobre su famosa sinfonía "Turangalila".
Durante la segunda guerra mundial, usted fue hecho prisionero por los alemanes. ¿Desempeño un papel activo en la contienda?
"No, fui a la guerra como peón. Es decir, cavaba zanjas. Después me hicieron enfermero. Y luego me hicieron prisionero. Era un momento en que todo el ejercito se había marchado. Yo estaba con mis compañeros en el bosque, y los alemanes nos rodearon... haciéndonos creer que eran miles. Fui trasladado a Silesia, a Góerlitz, una ciudad extrema a la frontera de Polonia. Es una ciudad en un lugar muy frío, hay mucha nieve, y no teníamos nada que comer: sólo teníamos un café por la mañana, y otro por la tarde, eso era todo. Y al mediodía nos daban sopita, pero como si no tomara nada, era puro polvo. Polvos en agua caliente.Pero mientras uno bebe puede vivir. Claro, como no tenía nada que comer estaba muy flaco. Y es ahí donde escribí mi "Cuarteto para el fin de los tiempos" y precisamente esto fue lo que evitó que cayera enfermo, porque estaba ocupado en este trabajo...a parte de los trabajos forzados, me dedicaba a escribir esta obra..."
¿Tuvo usted dificultades con las autoridades del "stalag" para interpretar el cuarteto?
Lo escribí sin un piano, sin nada; lo escribí así, en mi cabeza, y después no he cambiado ni una nota, lo que prueba que lo oí bien. Nos dieron instrumentos para tocarlo. Se interpretó delante de todo el campo de concentración, delante de miles de personas: puede ser fueran diez mil, no lo se. Pero había mucha gente y, evidentemente, no era gente que entendiese de música. Eran de todas las clases sociales, pero como todos éramos hermanos en el sufrimiento produjo una gran emoción. Fue interpretado juntamente antes de la liberación, en el mismo "stalag", ocho días antes de partir.
¿Cree usted en el mensaje de alegría y amor de su sinfonía "Turangalilia", sería posible escribirlo de nuevo ahora? ¿Ese mismo mensaje u otro similar?
Escuche: cuántas más cosas horribles haya en el mundo, ¡con más fuerza enviaría un mensaje de alegría y amor! Creo que es la única forma de luchar contra esas cosas horribles.
"Cuarteto para el fin de los tiempos". Oliver Messiaen. 1941. En totalidad.
Sinfonía "Turangalila". Oliver Messiaen. 1949. En totalidad
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