Música Principia

“Nacido con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres maravillosos...”. E. M. Cioran, Silogismos de la amargura.

"Por la música, misteriosa forma del tiempo". Borges, El otro poema de los dones.

lunes, 10 de mayo de 2010

Señorío sin servidumbre

"Mein Herr Domini" (Mi señor Señor), así le llamaba Brahms a Schumann con afecto casi filial. Schumann había escrito proféticamente en su célebre Neue Zeitschrift für Musik : "Inclinaos, estáis ante un elegido". Nobleza entre gigantes sin mezquindad. Pues sólo alguien de la estatura de Schumann pudo ser capaz de reconocer la grandeza del joven Brahms. Brahms, cuya obra esta ahí, en lo alto, junto a la de Bach, Mozart y Beethoven. Y sólo alguien como Brahms podía aceptar la noble filiación con Schumann y, partir del él, con la tradición. Brahms bebió a Beethoven y a Schubert de la mano de Schumann. Me encanta imaginar esta escena. Robert y Clara Schumann acogiendo al agreste Johannes en su casa y, lejos de asumirse superiores, hacen todo lo posible para que el genio llegue a ser todo lo que podía ser. ¡Qué importante es en la vida que los Brahms se encuentren con los Schumann ! Es decir, que los talentosos se encuentren con algunos que, al mismo tiempo, tienen talento y bondad. "Para admirar hay que tener grandeza"-escribía Sabato en Abbadón, el Exterminador. Grandeza de corazón para admitir que el otro es mejor que uno, que el otro es particularmente talentoso. 

La riqueza de esta lección de vida no se quedó en la ayuda y el afecto admirado de los esposos compositores (Robert y Clara) al joven músico. Cuando Brahms había alcanzado el éxito y reconocimiento nunca se olvido de la mano que le tendieron ambos amigos. Lloró la enfermedad y muerte de Robert Schumann y acompañó fraternalmente y fielmente a la viuda, aun cuando en algún momento sintió un afecto mayor por la interesante  Clara Wieck (viuda de Schumann ). 

La gratitud que tuvo Brahms por Schumann se hizo patente de varios modos. El musical no podría ser la excepción. Por ejemplo, en el Concierto para piano N.º 1 en re menor Op 15, estrenado en 1859 tiene la impronta del homenaje al amigo. Esto se hace más evidente en el adagio que tenía como añadido al comienzo del tiempo: "Benedictus qui venit in nomine Domini", en alusión al "Mein Herr Domini" que habitualmente usaba Brahms con Schumann. La obra empezó a ser compuesta en 1854, cuando aun estaba vivo Schumann y es una muestra del momento más romántico de Brahms; romanticismo radical que irá dejando de lado en la medida que redescubra la tradición clásica y barroca. Con todo, la carga afectiva se evidencia a lo largo de toda esta obra, el primer gran paso hacia el monumental concierto para piano en si bemol mayor. El concierto para piano en re menor tiene los siguientes movimientos: Maestoso, Adagio y Allegro ma non troppo. 

De las versiones de este monumento concertante, me encanta junto a la Barenboim-Celibidache, la de Gilels -Jochum que ahora presento. Sin embargo, en varios momentos, uno llega a pensar que no hay versión más lograda en muchos sentidos que ésta. El Maestoso es soberbio. Y este Adagio debe ser una de las cimas de la historia humana. Todo canta, todo duele, todo se eleva. 

Maestoso. Concierto para piano N.º 1 Op 15 en re menor. Johannes Brahms. Piano: Emil Gilels. Dirige: Eugen Jochum.







Adagio.Concierto para piano N.º 1 Op 15 en re menor. Johannes Brahms. Piano: Emil Gilels. Dirige: Eugen Jochum. Una de la cimas humanas, más allá de la misma música.





Allegro ma non troppo. Hermosa metáfora del amor y la amistad y su deseo de trascendencia.



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