Año, 1692. El músico, Henry Purcell. La obra, La Reina de las Hadas. El Aria: O let me weep. Canta Juno una hermosa desventura. ¿Cómo la desventura puede ser hermosa? ¿Cómo las lágrimas pueden permanecer intactas durante siglos? ¿Cómo el arte puede atravesar los tiempos y conmover; llegar a Lima, Perú - año del señor del 2010 - y conmover a este melómano? La belleza se anuncia como una ventana, quizás ilusoria, a la eternidad, donde el canto de Juno se presenta tristísimo pero hermoso. Qué lejos estamos de producir arias como las que hizo Purcell. ¿Qué tiene que pasar en la historia para volver a crear arte con la mirada en lo alto y el libro de la sabiduría en las manos (Romualdo)?
Reina de las Hadas. Acto V
Juno:
O dejadme llorar, llorar por siempre.
Mis ojos no le darán más la bienvenida al sueño,
pues me voy a esconder de la vista de día.
Y suspiro y suspira mi alma.
Se ha ido, se ha ido y deploran la pérdida;
Y nunca lo veremos más.
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