Finlandia. No sólo es Nokia ni los Leningrad Cowboys. No sólo el amplio menú de música extrema ( de gran calidad). Es el país de Jan Sibelius y uno de los estados que más favorece a la música en el mundo. De ahí es Karita Mattila, la soprano que dejó una huella imborrable con su Salomé (inigualable). Una cantante completa y sorprendente.
De Finlandia es Kaija Saariaho (1952), compositora contemporánea de enorme y celebrado talento. Saariaho es de esas artistas que nos hacen creer que este momento musical es interesante y que se empieza a vislumbrar el camino después de la hecatombe (necesaria, sin duda) del postserialismo. En 2002 estrenó Quatre instants basados en poemas del escritor libanés radicado en Francia Amin Maalouf. Originalmente esta obra es para soprano y piano. Quiero compartir Parfum de l´instant, bella canción, tierna, amorosa. Canta la gran Karita Mattila.
Tu es auprès de moi
Mais je ferme les yeux
Pour t'imaginer
Nos lèvres se frôlent
Nos doigts s'emmêlent
Nos corps se découvrent
Mais je ferme les yeux
Pour rêver de toi
Tu es le parfum de l'instant
Tu es la peau du rêve
Et déjà la matièredu souvenir.
Traducción / traición
Estas cerca de mí pero cierro los ojos para imaginarte. Nuestros labios se rozan, nuestros dedos se enmarañan, nuestros cuerpos se descubren. Pero cierro los ojos para soñar contigo. Eres el perfume del instante eres la piel del sueño y ya la materia del recuerdo.
La fama de Alberto Ginastera (1916-1983) se extendió al gran público, sobre todo al anglosajón, cuando Emerson, Lake & Palmer elaboró una versión prog rock de la célebre Toccata Concertata del Concierto para piano Op 28. Un movimiento de un vigor sobrecogendor y una vitalidad exultante. Pero así como Ginastera nos podía seducir con una visión cosmopolita de la música, también podía establecerse con soltura en lo local. En ambas tensiones, Ginastera demostró un magisterio notable.
Muchos conocemos la Toccata Concertata del concierto para piano y la admiramos como debe hacerse. Sin embargo, hoy quiero compartir Cantos del Tucumán Op 4, una composición de su primera época, cercana a la estética neonacionalista que tanta disfusión tuvo en las décadas del 30 y 40.
Cantos del Tucumán- Alberto Ginastera- poema de Jimena Sánchez : I. Yo naci en el valle II. Solita su alma III. Vida, vidita, vidala IV. Algarrobo, algarrobal.
No pensé en incluir la Toccata Concertata del Primer Concierto para Piano Op 28 (1961), pero creo que será interesante observar en su plenitud la ambición integral del gran compositor argentino. Piano: Luis Ascot.
Para mi es el mar del Pacífico Sur. De la parte más occidental de Lima. La que pierde la mirada en la indefinición del horizonte. La que cautela algo de lo que llegó de otros mundos y se afincó aquí e hizo un pequeño espacio que se une a otros similares en el mundo. "Por la patria sentida en los jazmines", escribía Borges. Así así me ocurre cuando regreso a casa y el aire húmedo, ese aire marino llega hasta mi.
Claro que están las personas que uno más quiere. Eso es, personas. Porque -pienso- uno se relaciona con personas (no con lo "social") y las quiere por las vínculos más inescrutables como increíbles. Los lazos de sangre, pero también los extrañamente afectivos. No se hasta ahora que es la "identidad cultural". En mi caso, me identifico con una manera de ver las cosas, una forma de sentir, un procedimiento para comprender. Pero voy más al fondo, mi patría del corazón es la música. Ahí me siento en plenitud.
Bécquer escribía en un célebre poema: Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul./¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? /Poesía eres tú. Y así, parafraseando a Bécquer, pienso, que música eres tu. Que es una forma de decirme a mi mismo: yo soy música.
Concierto para piano número 23 en la mayor KV 588- Adagio. Piano: Vladimir Horowitz (impresionante claridad del mejor pianista del siglo XX)
Tras exito de su Orfeo, Monteverdi estrenó Arianna en 1608. Lamentablemente se ha perdido gran parte de esta ópera que, sin duda alguna, fue tan grande y hermosa como el Orfeo. Por fortuna nos quedó un pasaje de Arianna, conocido como el Lamento de Arianna. Esta aria semi recitativa gozó de una enorme popularidad en el siglo XVII, como canon del estilo monódico expresivo que buscaba, entre otras cosas, conmover al público hasta las lágrimas. Y he ahí uno de los sentidos más profundos de la estética del barroco temprano. Componer para conmover, como Bernini -desde la escultura- nos conmovía con su Éxtasis de Santa Teresa.
La música debía conducir, "manipular" al extremo la sensibilidad del oyente. Agitar las pasiones del alma hasta su cima climática. Por ello se entiende gran parte de las arias y canciones dolorosas del gran siglo XVII y parte del siglo XVIII. Pienso en Flow my tears de Dowland, en el L´eraclito amoroso de Strozzi, el Lamento de Dido del Dido y Aeneas de Purcell o en Delirio Amoroso de Händel, por citar los casos más reconocidos. Conmover a una subjetividad que aun no había conquistado otros espacios de expansión.
Por no hay que confundir esta búsqueda de la conmoción sonora con la estética musical romántica. En el romanticismo, el lamento tiene su origen y fin en la sujeto que lo compone. No existe la intensión decidida de conmover al otro. Es el público el que opta por perturbarse con el dolor/amor. Sin embargo, en el lamento barroco , se evidencia un camino que tendrá distintos y nobles resultados en el romanticismo, a pesar de la ensoñación clasicista.
El Lamento de Arianna es uno de los casos que la historia de la música reconoce como el inicio evidente de una forma de hacer música. Lamento, pero unido a la convicción que incluso en lo terrible lo bellamente elaborado nos conduce a otra dimensión de la tristeza.
Lamento de Arianna
Dejadme morir;
¿y quién queréis que me consuele
en tan cruel suerte,
en tan duro sufrir?
Oh Teseo, oh Teseo mío,
sí, te quiero llamar mío, porque ya eres mío,
aunque huyas, ay cruel, lejos de los mis ojos.
Vuélvete, Teseo mío,
vuélvete, Teseo, oh Dios mío.
Vuélvete, vuelve sobre tus pasos, para mirar una vez más
Vocalise, Op. 34, No. 14 de Sergei Rachmaninoff. Un canción sin texto, voz y piano solamente. La melodía vocal se expande, aun cuando se evidencia algo de dolor, de lamento que fluye en esa ambiguedad estética que une la tristeza con la belleza. Esta composición se ubica en el periodo ruso del autor y fue escrita en 1912. Rachmaninoff, había regresado de Nueva York un año antes, donde había estrenado su célebre Tercer Concierto para Piano Op 30 bajo la dirección de Gustav Mahler (Imaginen esto melómanos: Mahler dirigiendo y Rachmaninoff tocando el piano. Los milagros existen).
Presento un trio de versiones de la Vocalise de Rachmaninoff. Una de René Fleming, otra de Kiri Te Kanawa y la última de la engreida de este blog Nathalie Dessay. Bellísimas intrepretaciones de tres gracias de la música.
Vocalise, Op 34, N. 14 de S. Rachmaninoff. Canta: René Fleming
Vocalise, Op 34, N. 14 de S. Rachmaninoff. Canta: Kiri Te Kanawa
Vocalise, Op 34, N. 14 de S. Rachmaninoff. Canta: Nathalie Dessay
Los movimientos de esa maravilla sonora que es la Sinfonía "Antartica" de Ralph Vaughan Williams, tienen un correspondiente texto poético que le sirve de programa. Así, el Prelude (andate maesoso) parte del Prometheus Unbound de Percy Shelley, dice:
To suffer woes which hope thinks infinite,
To forgive wrongs darker than death or night
To defy power this seems omnipotent
Neither to change, nor falter, nor repent:
This… is to be:
Good, great and joyous, beautiful and free
This is alone life, joy, empire and victory.
Recordemos que esta sinfonía tuvo su origen en una película documental consagrada al explorador inglés Robert Scott: Scott in antartic de 1952, de Charles Frend. En ese sentido, el Prelude (andante maestoso), quiere remitirnos a las extensiones desérticas, el hielo, la neblina, la bruma. Un ambiente de totalidad y desmesura que se impone a la voluntad del hombre. Sin embargo como evidencia el texto de Shelley:
Sufrir los infortunios pensado en el infinito.
Olvidar los males más oscuros que la muerte o la noche.
Desafiar el poder que parece omnipotente
sin inmutarse, sin vacilación o arrepentimiento:
Así debe ser.
Buena y grande; hermosa y libre.
Solamente así es la vida: alegre, poderosa y triunfante.
Es decir, en una situación de grandeza natural, el ser humano puede elevarse más allá de sus posibilidades si es capaz de vivir como la vida exige.
Toda esta obra es un canto a la aventura de seguir siendo, hecha por un compositor que hoy en día resulta esencial en el proceso de la música del siglo XX.
Prelude (andante maestoso)- Sinfonía "Antartica" Vaughan Williams. Dirige: Sir John Barbirolli, la que fue la primera grabación de esta sinfonía. En vinilo, toda una joya.
Tomo prestado el título de un libro de Paul Virilio para escribir sobre Richard Strauss (1864-1949), el último compositor de una era. Desde joven logró hacerse un lugar importante con obras conocidas como Muerte y Transfiguración, Así Hablaba Zaratustra y Till Eulenspiegel, sinfonías programáticas de pretensiones místicas y filosóficas. Ni que decir de sus óperas, todas ellas ponderadas desde el principio: Salomé, El Caballero de la Rosa, etc. Con estas obras y otras, Strauss llegó a ser el compositor vivo más popular de Alemania durante la primera mitad del siglo XX.
Cuando el nazismo llegó al poder, Strauss trató de mantener su actividad musical al margen de la situación política. Algunos biógrafos consideran que tal actitud evidenciaba su cercanía ideológica con el nacional socialismo. Sin embargo, otro estudiosos interpretan el silencio político de Strauss como una protección frente a una eventual represalia. Octogenario, dificilmente hubiese podido migrar a otro país o enfrentarse al régimen nazi.
Mientras la dictadura se tornaba en totalitarismo, la actitud de Strauss fue la de un repliegue absoluto. Sobre todo a partir de la censura que su libretista y amigo, Stefan Zweig, sufrió de los nazis por ser de origen judío. Tras este suceso, Strauss optó por el aislamiento, incluso en tiempos de guerra. En el retiro compuso algunas obras de menor valía, más aun cuando se las compara con las composiciones de juventud. Cuando la guerra estaba llegando a su fin y el Tercer Reich se hallaba sumido en la peor pesadilla, Strauss veía como su mundo desaparecía. Las ciudades en las que estrenó y dirigió, se reducían a escombros por los incesantes bonbardeos aereos de los aliados. En ese contexto Strauss escribe: "Toda la obra de mi vida está en ruinas; jamás volveré á escuchar mis óperas... En la pobre Munich la casa en que nací, junto a la hermosa iglesia de San Miguel, ya ha sido bombardeada. En síntesis, mi vida ha llegado a su fin".
Sin embargo, en la destrucción el anciano artista volvió a la plenitud de sus facultades creadoras y compuso una de las obras más conmovedoras del siglo XX: Metamorfosis para instrumentos de cuerda. Meditación fúnebre en forma neoclásica que se evidencia como el adios de un mundo sonoro, realizada por un músico de enorme talento. Entrenada en Zurich en 1946, la composición es un largo adagio que nos lleva a una tristeza infinita. Las cosas han cambiado tras la gran guerra. Al final de la partitura dice simplemente "In memoriam", una metáfora poderosa.
Metamorfosis- Richard Strauss. Dirige El Emperador Karajan
Es frecuente descubrir que a la melomanía se le suma un interés de mayor o menor grado por la astronomía. No es de extrañarnos. En su momento, Pitágoras y, siglos después, Kepler, trataron de evidenciar la relación entre la armonía celeste y la dinámica de los sonidos.
Cuando Gustav Holst (1874-1934) compuso su célebre suite orquestal Los Planetas Opus 32, ya se había establecido el número de planetas clásicos del sistema solar en la configuración que hoy se acepta. Es decir, desde Mercurio a Neptuno. Pues Plutón, descubierto en 193o, fue degradado de esta categoría en el 2006. De ahí que la célebre obra de Holst se conponga de movimientos que van desde Marte, el que trae la guerra hasta Neptuno, el místico.
En nuestros días, Gustav Holst es recordado fundamentalmente por esa obra. La inmensa producción de Ralph Vaughan Williams, ha ocultado en gran medida a las composiciones de su ilustre compatriota y amigo. Se halla bajo su sombra. Pero hay que reconocer que Vaughan Willims fue un músico de excepcional talento, sólo pensar en la Sinfonía 6y la Sinfonía 7 " Ártica" es estremecedor. Sin embargo, con LosPlanetas, Holst llega a construir una obra consistente, llena de personalidad e imaginación; acertada en su capacidad de seducir y evidenciar intereses mayores. Esta obra programática ha sido parte del abecedario de aprendizaje melomaniaco de muchos. Muy querida suite, sobre todo, para el adolescente que aun se conmueve por los astros.
Marte, el que trae la guerra- Los Planetas Opus 32- Gustav Holst. No es una gran versión pero vale la pena reconocerla.
Venus, la que trae la paz- Los Planetas- Gustav Holst.
Así se refería Schumann a la Cuarta Sinfonía si bemol mayor Op 60 de Beethoven. Es decir, un instante de "inviolable quietud" (Keats), de serenidad clásica, entre los arrebatos pasionales de la Tercera, Op 55 y de Quinta, Op 67. Todos los estudios biográficos coinciden en señalar que el momento más feliz de la vida de Beethoven fue el bienio 1805-06. Tiempo en el que el amor entre Ludwig y la condesa Teresa Von Brunswick parecía tener un mejor futuro. Tal era la sensación de optimismo que vivía el maestro que abandonó la composición de la sinfonía en Do Menor (la que se llamó después Quinta) y se dedicó a concebir una sinfonía que evidencie el estado de alegría sosegada que esta viviendo. Pues en Beethoven la vida y la música tienden a unirse con frecuencia.
Los movimientos de la Cuarta Sinfonía en si bemol mayor Op 60 son los siguientes: Adagio-allegro vivace, Adagio, Allegro vivace, Finale: allegro ma non troppo. Este fin semana, me dediqué a la Cuarta con atención. Hace mucho tiempo una obra no había sido tan necesaria para entender ciertos tópicos de la vida.
Cuarta sinfonía en si bemol mayor op 60. Ludwig Van Beethoven. Dirige: El emperador Karajan. En tiempo vertiginoso.
A nadie se le ocurriría decir: Bach romántico. Pues no hay músico más alejado al romanticismo que el gran Johan Sebastian. Su actitud ante la música así lo evidenciaba. Artesano de fugas y contrapuntos, conocedor de todas la sutilezas de su oficio. "Il miglior fabro" (hacedor mayor), tal como Dante se refería al poeta Arnaut Daniel en el Purgatorio. Sin embargo, esa maestranza extrema no niega la enorme capacidad expresiva que se puede encontrar en gran parte de su obra.
La segunda generación romántica tuvo un enorme aprecio por la obra de Bach. Mendelssohn fue fundamental en ese redescubrimiento. Schumann le consideró el mayor compositor del barroco. Brahms se sirvió de él como canon de sus mejores piezas camerísticas. Recordemos las sonatas para violenchelo y piano y el último movimiento de la cuarta sinfonía.
Aparentemente se podría pensar que Liszt halla sido el compositor romántico de la segunda generación menos cercano a Bach. Por actitud ante la música evidentemente si. Al igual que Chopin, Liszt hizo de la música un vehículo autoexpresivo. Una subjetividad que convertía al arte en un medio de expresión personal. Sin embargo, fue Liszt en su deseo de popularizar todo cuando le fascinaba quien hizo muchísimo por la obra de innumerables compositores. Realizó nobles transcripciones de operas, sinfonías, conciertos, etc, para piano. Tantas, que casi imposible desligar su labor de creador con la de transcriptor.
Liszt transcribió al piano seis preludios y fugas de Bach compuestas originalmente para organo, siendo uno de los mayores esfuerzos de transcripción de la obra de Bach. Salta a la vista la enorme habilidad que tenía Liszt para concebir el sobrecogedor formalismo de esta obra de Bach en términos expresivos. El barroco transfigurado en romántico. ¿No habrá logrado Liszt ingresar a una dimensión particularmente trágica de estos preludios y fugas? Nunca lo sabré. Sin embargo, estas trascripciones desde que las escuché se convirtieron en uno de los acercamientos mas intensos y profundos a la cumbre de la música: Bach.
Preludio y Fuga en la menor Liszt-Bach BWV 543. Piano: Alexis Weissenberg
El opus 59 de Beethoven se acerca tanto a los cuartetos de Haydn y de Mozart que queda clara la pertenencia a la llamada "Primera Escuela de Viena". Sin embargo, en el cuarteto número 3, esta inclusión, aun cuando es evidente, ya presenta visos de ser rebasada por el ímpetu autoexpresivo beethoveniano.
Los cuatro movimientos del cuarteto número 3 del op 59, evidencia el esfuerzo innovador de Beethoven y la autoconciencia de su proyecto estético. El gran músico sabía muy bien hacia dónde estaba dirigiendo su mirada. Dedicados a su amigo el conde Rasumovsky, embajador de Rusia en Viena, estos cuartetos están entre lo mejor del llamado "segundo Beethoven". Se vislumbran las cumbres del opus 127 al 135, cuando Beethoven ya orbitaba lejos de todos los mundos.
Andante con moto quasi allegretto- Cuarteto N. 3 "Rasumovsky". Beethoven
Allegro Molto- Cuarteto N. 3 "Rasumovsky". Beethoven
La idea del célebre opus 54 de Alexander Scriabin (1872. 1915) es definida según el propio autor en los siguientes términos poéticos:
"Os llamo a la vida, fuerzas misteriosas,
ahogadas en las oscuras profundidades del espíritu creador,
tímidos esbozos de la vida, yo os traigo la audacia"
Escatología mesiánica de un compositor obsesionado en hacer de la música, su música, una mediación hacia lo sagrado. Pero como sacralidad más allá de lo religioso institucional. El Poema del Extasis evidencia los alcances programáticos del mismo: "tema de la voluntad", "tema del Vuelo", "tema de la afirmación". Scriabin estaba convencido que en su obra habitaba un destino superior. De ahí la compleja estrategia teórica y su pretención de unir lo sobrenatural con el arte y el pensamiento.
Obra de grandes dimensiones, el Poema de Extasis, a pesar de su grandilocuencia simbolista es una composición muy bien concebida e ilustra de manera evidente porqué las vanguardias (neoclásicas, atonales o dodecafónicas) se hicieron en su momento tan imperiosas y necesarias.
Permanece. ¿Qué permanece? El oír de tantas cosas. El disfrute, el asombro, la perplejidad. ¿Cómo una red de neuronas pudieron ser capaces de procesar tanta información sonora y dar al mundo eso que nos emociona y deslumbra? Del cerebro humano emerge y se materializa en ese misterio que es la interpretación. Permanece y esta ahi mientas existan esos, algunos, que le confieren sentido y continuidad.
Pasa el tiempo y permanecen. ¿Qué permanece en mi? Mucha música. Por ejemplo se me vienen a la mente algunas de las obras que más me han ofrecido. Sólo por mencionar las composiciones sinfónicas queridas. La 40 y 41 de Mozart. La Quinta y Séptima de Beethoven. La Cuarta de Brahms. La Escocesa de Mendelssohn. La Inacabada de Schubert. La Novena de Dvorak. La Segunda y la Quinta de Mahler. La Octava de Bruckner. La de los Salmos de Stravinsky. La 14 y 15 de Shostakovich. Todas éstas y, algunas otras, tienen un lugar entrañable. Se que siempre estarán conmigo, certeza que me hace inmensamente feliz.
Allegro maestoso. Ritos funebres- Sinfonía 2 "Resurrección" en Do Mayor- Gustav Mahler. Conduce: Claudio Abbado